Hace tiempo, los pájaros no cantaban, las flores no
crecían y el sol no salía. La vida se dividía entre la luz y la oscuridad,
entre el bien y el mal. No se escogía estar en ningún bando, simplemente se
pasaba al otro. En la oscuridad no había vida, su oscuridad quitaba toda
vitalidad posible, haciendo que esos cuerpos cada vez más muertos que vivos
intentaran luchar por la luz, hasta que la oscuridad se los llevaba. En la luz
nadie se daba cuenta, solo los que había conseguido salir, los que habían
vivido en los dos mundos. En la oscuridad había gritos, gritos que en la luz no
se escuchaban. A veces había algo de luz, cuando la música sonaba o cuando se
dibujaba, por ejemplo. Pero a veces llegaba el momento en que ya ni había luz.
Te quitaba las cosas que más querías, las destruía,
te dejaba secuestrado allá donde nadie podía llegar, y solo tu mente llegaba.
Dicen que la caja de Pandora guarda la esperanza, que
es lo único que perdura, siendo lo ultimo que se pierde, pero eso era en la luz,
en la oscuridad no había ni caja de Pandora.
Con tanta oscuridad, algunos no paraban de dormir,
otros, en cambio, se desvelaban sin poder pegar ojo. Eso en la luz no pasaba,
la gente podía dormir lo que quería, cuanto quería, sin esas preocupaciones de
la oscuridad. Sin esas pesadillas
que te adentraban más en la oscuridad poco a poco.
Nadie quería saber nada de la oscuridad, eso solo
llevaba problemas, pocos tenían la paciencia suficiente para adentrarse en ese
mundo desconocido para llevar luz a los perdidos.
La oscuridad era la peor pesadilla, el peor infierno; la oscuridad era la cosa más
temida en la luz. Para los que ya vivían en esta, era todo normal, veían esas
sombras normales, ya sin a penas asustarse. Era la peor destrucción, peor que
la nada.
Te dejaba sin alma.
Llegaba el día que simplemente eras un cuerpo que
hacía todas sus funciones vitales, con la diferencia de que estaba
completamente vacío en el interior, no había nada. Ya no había sentimientos, ni
emoción, nada. Haciéndote aislar de todo, incluso de a gente más cercana, ya no
vivías en su mismo mundo. No se vivía, simplemente se sobrevivía.
La gente en la luz no tenía miedo, pero en la
oscuridad la gente podía llegar a morir de miedo, escuchando al mismo diablo
hablar, escuchando las peores cosas imaginables. La oscuridad en eso era
superior al ser humano más cruel.
La oscuridad llegaba poco a poco, arrastrándote a
ella de manera casi imperceptible, haciendo que nadie supiera nada hasta que ya
era tarde. Hasta que ya estabas demasiado lejos para ser rescatado, cuando solo
tú podías salvarte a ti mismo. Aunque también es verdad, la luz cegaba de ver
aquellos que no querían hacerlo, haciendo para los de la oscuridad todo más
difícil.
La oscuridad era un tema tabú, algo de lo cual nadie hablaba
pero a la vez se usaba de forma mal-interpretable, haciendo que la gente
creyera que era una elección propia.
Se podría decía que la oscuridad era una montaña en
el camino, la cual o superabas o te superaba, con las únicas herramientas de la
experiencia del día a día.
Hace tiempo los pájaros volvieron a cantar, las
flores florecían y el sol empezaba a salir. La vida en la oscuridad te enseñaba
a buscar el punto intermedio entre los dos mundos, donde ni la felicidad ni la
tristeza fueran extremos opuestos que no podían encontrarse. La gente aprendió
a vivir allí donde no había día sin noche, donde la vida era vida, donde se
convivía con la realidad.
Pero, ¿qué era la realidad? ¿Existía? Quizá
simplemente era una sombra, una sombra en la que esconderse, en la que no se
sabía que pasaba realmente, te daba un tiempo de tranquilidad, de paz, en la
que creías que la oscuridad se iba. Hasta que esta volvía con más fuerza.
Vivimos en una gran mentira donde vemos lo que la
supuesta realidad nos hace ver, donde la oscuridad siempre está al acecho,
esperando el momento para atacar, para quitártelo todo, para cambiarte.
La luz es eso que creemos vivir mientras estamos
ajenos a la oscuridad.